domingo, 12 de septiembre de 2010

Política con el Corazón


Recordando aquel eslogan tan sugerente, “Política con el corazón”. Hace ya unos añitos, allá por Septiembre del 2002, entre rodizio nocturno y coco cortado en la playa, nos bombardeaban con ese eslogan por las calles de Río y Niteroi, estaba yo dando un curso en la Universidad Federal Fluminense. ¡Qué años aquellos! Por todos lados sonaba la alegría de la política. Era el Partido del Trabajo de Brasil, y su líder, el carismático Lula, arrasaba en los mítines de todo el país. Sus posibilidades como futuro presidente del gobierno federal brasileño eran bien recibidas por la población en general, por los chicos de las favelas, pero también por mis colegas, los profesores universitarios de Río, e incluso por los propios empresarios, que entendían que sólo un revulsivo podía acabar con la permanente desolación y desgana que vivía este rico sub-continente americano. Era como si Allende volviera de nuevo a las Alamedas, o como si Fidel volviera a asaltar el cuartel de Moncada. Lula era y es, hoy día, el futuro y la esperanza de la América Latina. Lula lleva siete años Jefe de Estado, y hoy al recordar aquel momento me pregunto ¿cuál es el futuro de la izquierda en este Mundo globalizado? -Difícil pregunta, que yo mismo me hice antes de meterme en su día en ese fango que es la política activa y en el que creo que todos debiéramos al menos ser partícipe, pues si no ocupamos los espacios, no cabe duda de que alguien los ocupará, y algunos lo harán con fines oscuros, o al menos difícilmente confesables. Decía Felipe González, en una de sus últimas entrevistas: “al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades”. Este dogma puede interpretarse al modo maquiavélico de que el fin justifica los medios, o muy al contrario puede interpretarse en el modo más pragmático de entender la revolución: hacer las cosas en la medida que las cosas lo permite. Esa frase, por tanto, creo que reduce un poco el quehacer de la izquierda en el mundo de la globalización, y que ya en mi época de joven trotskista, con otro nombre, el del “entrismo”, lo entendíamos como hacer la política que la mayoría permite hacer. Dar pasitos, poco a poco, en la mejora de la justicia social, del bienestar de todas y todos, independientemente de la casa y del barrio donde uno haya nacido. Pues todo queda muy bien hasta que las cifras cantan: un 25% de la población vive en la miseria en el Primer Mundo; y en los países africanos la gente se muere de hambre mientras que nuestros obesos se atiborran de pastillas para dejar de comer compulsivamente en hogares donde sobra de todo para los que todo tienen.

Sinceramente creo que la izquierda no debe ser reinventada, la izquierda es la revolución y siempre lo será, la revolución de lo cotidiano, de la capacidad fiscal del Estado, en la intervención de lo público por lo privado, la redistribución de la riqueza a través de los presupuestos, la discriminación de las rentas según su origen. La izquierda es la defensa de los más desfavorecidos de esta sociedad opulenta: los que no siguen el camino del éxito, los discapacitados psíquicos y físicos que no superan las barreras y obstáculos de los que piensan que esto es una carrera a caballo ganador. La izquierda es y debe ser el revulsivo de la conciencia de clase. La izquierda es la libertad personal en los límites de lo social. La izquierda no puede permitir que se clonen las actitudes de la derecha en sus formas de gobernar: el caudillismo en las instituciones públicas, o la generación de una forma de hacer marketing empresarial en las maneras de hacer política.

Pero el futuro depende como el lema de Lula, el ya veterano Presidente brasileño, en la POLÍTICA DEL CORAZÓN, en la UTOPÍA. Pensar en la utopía para hacerla realidad; todavía es posible si todos queremos que sea posible. Y todo esto si el corazón late entre nosotros, porque queremos mejorar este Mundo, cual si de una religión o de un pensamiento laico y trascendental se tratara, pero siempre con la reflexión anti-dogmática entre nosotros, con la REBELDÍA de hacer las cosas bien porque queremos hacer las cosas bien. Si las nuevas generaciones de jóvenes ven progresivamente cómo no son capaces de incorporarse a la sociedad, sólo tendrán dos opciones: la respuesta autoritaria excluyente o la solidaridad de los más desprotegidos del sistema. El corazón estará siempre entre nosotros, bastará con ejercitarlo y creer continuamente en él para hacer realidad nuestros deseos. Yo desde este comienzo de curso bloguero pido reivindicar la Utopía. La Utopía necesaria para vivir.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tareas de la Juventud








Tareas de la Juventud.

Las tareas de la juventud podrían expresarse en una sola palabra: APRENDER

Pero claro que esta no es más que una palabra que no responde a los principales interrogantes, ¿Que aprender? ¿Como aprender? El socialismo lo construiremos sobre la base de la suma de conocimientos, organizaciones o instituciones utilizando el acervo de cosas humanas y de medios que existen en la sociedad capitalista.

El aprendizaje, la educación, la enseñanza de la juventud debe partir de los materiales que nos deja esta sociedad. Pero solo transformando el aprendizaje radicalmente, la organización y la educación de la juventud conseguiremos que el resultado de los esfuerzos de la joven generación sea la creación de una sociedad que no se parezca a esta, es decir la sociedad socialista.

La primera respuesta a toda la juventud que quiere ir hacia el socialismo, es que tiene que aprender socialismo.

Pero ésta respuesta aprender socialismo es demasiado general. ¿Qué tenemos que hacer para hacer socialismo?

A primera vista aprender socialismo es asimilar el conocimiento expuesto en los libros.

Uno de los mayores males, una de las peores calamidades de ésta sociedad capitalista es el abismo completo entre la teoría la vida práctica. Por eso sería un gran error limitarse a aprender socialismo solamente en los libros. Nuestros Documentos no son la repetición mecánica de lo que se decía antes del socialismo, nuestros documentos y discursos están vinculados a nuestro trabajo diario en todos los terrenos. Sin Trabajo, sin Lucha , sin práctica el conocimiento libre del socialismo no tiene en absoluto ningún valor, porque no haría más que continuar el abismo entre la teoría y la práctica, el abismo que es el riesgo más masivo de la sociedad burguesa.

El peligro sería mucho mayor todavía si quisiéramos aprender consignas socialistas, solamente. Se plantea la pregunta. ¿Cómo debemos combinar todo esto para aprender socialismo? , ¿Qué debemos temer de la presente escuela, de la presente ciencia? La presente escuela declara que quiere hombres instruidos en todos los dominios y que enseña la ciencia en general. Ya sabemos que es totalmente falso, puesto que la sociedad actual se basa en la división de los hombres en clases: en explotadores y explotados. Como es natural esta escuela ésta impregnada de un espíritu de clase, no da conocimientos más que a los hijos de la burguesía. Cada una de sus palabras está falsificada en interés de la burguesía. A los trabajadores se lo educa con el fin de formar servidores útiles para aumentar los beneficios de la burguesía. Por eso al condenar esta escuela, nos proponemos a tomar solamente lo que es necesario, para una verdadera educación socialista.

Esta escuela es una escuela libresca, una escuela de adiestramiento autoritario, una escuela de repetición mecánica, superfluos, estériles, inútiles, que atiborran la cabeza y transforman la generación joven de un ejército de funcionarios cortados por el mismo patrón. Pero la conclusión es que se puede ser socialista sin haber asimilado la riqueza de conocimientos acumulada por la humanidad sería un error. Nos equivocamos si pensamos que basta o con aprender consignas socialistas sin haber asimilado la suma de conocimientos de los que el propio socialismo es resultado. El Socialismo científico es un ejemplo que muestra que el socialismo que este surgió de la suma de conocimientos humanos.

Esta escuela nos hace aprender de memoria los textos sin embargo debemos aprender de ella todo lo que tiene de bueno. No hay que imitarla en el método de sobrecargar la mente de los jóvenes con una tremenda cantidad de conocimientos inútiles en su mayor parte y desvirtuado el resto.

No queremos una repetición mecánica, necesitamos desarrollar la mente de cada estudiante, dándole hechos esenciales. Debemos asimilar conocimientos críticamente para no amontonar en el cerebro cosas inútiles.

Si un socialista si le ocurriese jactarse de su socialismo apoyándose en conclusiones que ya han sido elaborados, sin haber realizado un trabajo serio, difícil y grande, sin comprender hechos examinar críticamente seria un socialista lamentable. Si se que se poco no esforzar para saber más, pero si un joven dice que es socialista y que no necesita saber algo a fondo, nunca llegará a nada que se parezca a un socialista.

Entonces cuando hablamos de aprender socialismo, las y los jóvenes comprendemos nuestra tarea de construcción de la sociedad socialista, debemos transformar el socialismo de fórmulas hechas y aprendidas de memoria, recetas, en esa realidad viva que da unidad al trabajo inmediato. Debemos saber hacer del socialismo una guía para todo el trabajo práctico.

Esto nos lleva a la cuestión de la difusión, de cómo debemos enseñar el socialismo y cual deber el carácter de nuestros métodos .Pero antes abordaremos el problema de la ética socialista.

¿Pero existe una ética, una moral socialista? Naturalmente existe, nuestra moral esta subordinada a los intereses de la clase trabajadora y del pueblo.

¿Qué son las clases en general? Las clases en general son lo que permite a un sector de la sociedad apropiarse del trabajo de otro sector. Si un sector de la sociedad se apropia de todo el suelo tenemos una clase terrateniente y una clase campesina. Si un sector de la sociedad posee fábricas, las acciones los capitales, mientras otro sector trabajar en esas fábricas, tenemos un clase capitalista y otra propietaria. Esta sociedad dividida en clases fomenta la competencia, el lucro, el individualismo. Esta sociedad se basa en los principios, roba o serás robado, se esclavista o esclavo, en una palabra un hombre que se preocupa por lo suyo sin pensar en los demás. Si tengo un puestito de médico, de ingeniero, o de maestro.

¿Qué me importan los demás? . Estos sentimientos no pueden existir en un socialista.

La moral socialista es la que está al servicio de la lucha por crear una nueva sociedad: justa y solidaria.

De, esta manera los jóvenes debemos aprender socialismo. Se debe aprender socialismo solo vinculando a cada paso en su estudio, en su formación con la lucha y la vivencia de los trabajadores. Cuando se habla de moral decimos que para que para un socialista la moral reside en esta disciplina solidaria y unida con los trabajadores.

Sabiendo que debemos aprender y que debemos tomar de la presente escuela y de la presente ciencia, también debemos saber cómo aprender socialismo: solo vinculando cada paso de la educación, de la enseñanza, en la instrucción con la lucha de todos los trabajadores.

Socialismo significa que las y los jóvenes en las escuelas impulsen la pintada de las paredes y de los bancos, impulsen la limpieza del colegio, impulsen el cuidado de todo lo que es perteneciente del pueblo. Socialismo significa que en los barrios los jóvenes trabajan para levantar un dispensario, trabajan para crear conciencia sanitaria, trabajan para organizar y concientizar a las mujeres y hombres del barrio tras problemas concretos. La juventud debe ser el grupo de cheque que ayude en toda tarea y que despliegue su iniciativa y su espíritu emprendedor. La juventud socialista debe ser tal que cualquier trabajador pueda ver que está formada por personas cuyas enseñanzas puede no creer inmediatamente, pero por cuyo trabajo práctico y actividad puede advertir que son verdaderamente quienes indican el camino acertado.

La tarea de las y los jóvenes socialista es organizar la ayuda en todas partes: en el barrio, en la escuela, en el club. Debemos sumar cada día a más y más jóvenes a esta construcción, debemos organizar su educación de manera que cada día en cada escuela, en cada barrio, en esta ciudad, la juventud resuelva prácticamente una tarea de trabajo común, por minúscula, por simple que sea. A medida que la juventud muestre que puede unir su trabajo, empezamos a caminar por la construcción del socialismo.

V.I Lenin. “Tareas de las Uniones de la Juventud” tomo 6